El expresidente de Rotary International, Shekhar Mehta, reflexiona sobre la importancia de empoderar a las niñas.
Como señalan los especialistas del programa de Unicef en Ghana en una entrada de blog del pasado mes de enero, «cuando las niñas están sanas y reciben educación, sociedades enteras se benefician del crecimiento económico, la reducción de la pobreza y la mejora del bienestar de los niños, lo que refuerza las perspectivas de la próxima generación» , y yo no podría estar más de acuerdo.
Tengo la suerte de venir de una familia en la que las mujeres y las niñas tenían las mismas oportunidades que los niños y los hombres. Mi madre fue una de las primeras mujeres en graduarse en la Universidad Nacional de Jodphur y mi propia hija está cursando un doctorado. Sin embargo, no todas las mujeres y niñas de la India o del mundo tienen las mismas oportunidades ni los mismos recursos. Por cada chica que se esfuerza por recibir una educación, hay otra que se ve obligada a centrarse en el cuidado y el trabajo para mantener a su familia, y he sido testigo de esta disparidad en zonas empobrecidas de mi propia ciudad, a pocos kilómetros de mi casa. También soy consciente de cómo estas desigualdades se han visto exacerbadas por la pandemia.
Dejongh Rokiatou, de cinco años, aprende matemáticas en Costa de Marfil, en 2022. Durante la pandemia de COVID-19, millones de escolares de todo el mundo se vieron privados de la enseñanza presencial. Algunos todavía se ven afectados por el cierre prolongado de las escuelas. Las niñas tienen menos probabilidades que los niños de volver a la escuela después de la pandemia.
Unicef informa que los niños en edad escolar de todo el mundo han perdido unos 1800 millones de horas de aprendizaje presencial desde el comienzo de la pandemia, y esa cifra sigue aumentando. Más concretamente, los estudios muestran que las interrupciones provocadas por la pandemia afectan en mayor medida a las niñas, ya que se ven obligadas a centrarse más en las tareas domésticas y tienen menos acceso al apoyo familiar para los recursos educativos, como tutores o dispositivos móviles, en comparación con los niños, lo que en última instancia hace que sean las menos propensas a volver a la escuela después de la pandemia. Por eso estoy de acuerdo con la nueva campaña de Unicef USA, titulada «Keep Girls in School» (Mantengamos a las niñas en la escuela), cuyo objetivo es sensibilizar a la población sobre el momento crítico que se produce con la reapertura de las escuelas para garantizar que las niñas vuelvan a sus antiguas aulas y reciban todos los beneficios y la seguridad que estas aportan. En particular, el Fondo Malala estima que otros 20 millones de niñas podrían abandonar la escuela debido a la pandemia, lo que se suma a los casi 130 millones de niñas de todo el mundo que ya no asisten a las aulas de clases.
Esta es también la razón por la que Rotary se centra cada día en el empoderamiento de las niñas en todo el mundo. Desde el aprendizaje virtual, el desarrollo de la primera infancia, la mejora de la infraestructura escolar y el saneamiento para mejorar las tasas de alfabetización en la India, hasta la mejora de la salud menstrual y los recursos de higiene para las niñas en Kenia para mantenerlas en la escuela, nuestros 1,4 millones de socios reconocen que hay muchas maneras de generar un cambio positivo y apoyar a las niñas en todo el mundo.
El club de Shekhar Mehta, expresidente de Rotary International, ha construido unos 7000 retretes en aldeas donde la gente no dispone de baños en sus casas. Aquí, él y sus compañeros, (de izquierda a derecha) Pranay Agarwal y Sandeep Shah, ayudan a construir uno.
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