Por Yoshiharu Ishige, socio del Club Rotario de Tokyo Koraku (Japón)

Todo comenzó con un artículo

Nunca pensé que viajaría a la India antes de ver un artículo en el número de noviembre de 2019 de Rotary-no-tomo (revista regional de Rotary en Japón) titulado “¿Quieres participar en la vacunación contra la polio en la India?”.

Esta fue mi primera experiencia de servicio personal porque pensé que las actividades de voluntariado de Rotary serían aquellas marcadas por cada club. Cuando me comuniqué con la persona de contacto, afortunadamente, todavía quedaban plazas libres y mi esposa me alentó a ir, así que decidí partir hacia la India.

De esta forma participé del 17 al 21 de enero de 2020 en las actividades de administración de vacunas como uno de los integrantes del equipo de voluntarios procedentes de Japón. Recuerdo que me puse muy nervioso al momento de administrar las dos gotas de vacuna, no solo porque era mi primera vez, sino también porque el futuro de estos niños estaba en mis manos y no podía fallarles. Yo no entendía su idioma, pero ver las sonrisas de los niños y la expresión de las madres me hizo vivir el momento más conmovedor de mis 21 años de vida rotaria.

Perdí a mis hermanos a causa de la polio

La razón por la que me interesa la polio es porque perdí a mis dos hermanos a causa de ella. Seiichi, uno de mis hermanos, contrajo el virus de la polio a una edad temprana. Mi madre y mi abuela lo cuidaron, pero gradualmente su cuerpo dejó de moverse y finalmente falleció a la edad de 24 años. Kazumasa, mi hermano menor también quedó paralizado. En ese momento, mi padre estaba ocupado dirigiendo su fábrica y le era difícil cuidar de mis dos hermanos. Mi hermano menor murió a la edad de 16 años en la colonia de Gotemba, en la Prefectura de Shizuoka, donde era atendido. Nos informaron que había fallecido y, cuando recibimos su cuerpo, tanto mi padre como mi madre guardaron silencio. Mi hermano debió haber sufrido y mis padres también sufrieron. Viajé a la India como acto de homenaje a mis hermanos.

Visita a la Colonia de Gotemba

El 18 de febrero, un mes después de regresar de la India, mi esposa y yo partimos hacia Gotemba, para visitar la residencia donde mi hermano había sido atendido. Yo sabía que no quedaría nadie que recordase aquella época, pero quería ir allí de todos modos. No me comuniqué con ellos por adelantado, así que fue una visita repentina, pero pude conocer al director del centro.

“Mi hermano estuvo aquí hace más de 50 años. ¿Sabe usted quién era?”, pregunté. El director confirmó su nombre y se dirigió a otra sala. Al cabo de un momento volvió con un folleto titulado “Adoración de los difuntos 2019”. Al estudiar el documento, pude comprobar que el nombre de mi hermano menor figuraba en la lista.

Supe entonces que cada noviembre se celebraba una misa para aquellas personas que fallecieron en el centro, y el director me dijo: “Recuerdo que el nombre Kazumasa Ishimage se leyó en voz alta durante la misa”. Después me llevaron a la iglesia de la residencia donde pude ver una placa con el nombre de mi hermano y varias fotografías de aquel entonces en las que se veía a mi hermano regordete y lleno de energía. Me gustaría participar en la misa de noviembre de este año y dedicar tiempo a reflexionar de nuevo sobre mi hermano menor.

Ahora vivo con mis dos nietos. Yo no recuerdo haber jugado o peleado con mis hermanos, pero en cuanto vi a mis nietos jugando juntos, empecé a preguntarme cómo habría sido mi vida si mis hermanos no hubieran enfermado. Probablemente no me habría hecho cargo de la empresa de mi padre, ni me hubiera involucrado en Rotary y sin embargo, si no me hubiera afiliado a Rotary, no habría participado en la campaña para la erradicación de la polio.

FUENTE:  Las Voces de Rotary