Por Joe Otin, governador electo del Distrito 9212 (Eritrea, Etiopía, Kenia, Sudán del Sur)
Me gustan las estadísticas a pesar de los sentimientos negativos que despiertan en algunas personas. Creo que la información que ofrecen es el combustible con el que funciona el mundo y sin ella nuestros sistemas se paralizarán, ya que resulta fundamental a la hora de tomar decisiones.
Hace 19 años, cuando me incorporé al Club Rotario de Nairobi East (Kenia), me dijeron que los buenos rotarios se caracterizaban por la regularidad de su asistencia, la frecuencia de sus donaciones a La Fundación Rotaria y, lo que es más importante, por su capacidad para llevar a nuevos socios al club.
Puesto que deseaba ser un buen socio, recurrí a las estadísticas para demostrar el impacto de Rotary a familiares, amigos y vecinos. Memoricé todas las estadísticas importantes y las presentaba a la menor ocasión. Si alguien me preguntaba por mi insignia, recibía un bombardeo de información suficiente como para sobrecargar hasta al levantador de pesas más fuerte.
UN NUEVO ENFOQUE
Pensé que estaba promocionando el club, pero en vez de eso los estaba aburriendo soberanamente.
Echando la vista atrás, no debería ser una sorpresa que mis esfuerzos para la captación de socios no tuvieran ningún éxito. Ni una sola persona a la que ofrecí datos y cifras se afilió. Sin embargo, otros socios utilizaban una estrategia diferente: ellos invitaban a personas a nuestros almuerzos cada semana. Estos invitados terminaban por afiliarse al club una vez transcurridos uno dos meses.
Un día recibí una llamada de una periodista que quería discutir los resultados de una encuesta que mi compañía había publicado recientemente. Esto no era inusual porque en aquel momento yo trabajaba para una compañía de investigación, y recibía llamadas regulares de los medios de comunicación para solicitar información.
Nos reunimos en un restaurante y después de intercambiar historias personales, mencioné un evento rotario al que había asistido el fin de semana anterior ya que habíamos encargado un estadio deportivo para una escuela situada en un barrio marginal cercano. Esa historia cautivó tanto su imaginación que al final de la comida me pidió que la invitase a una reunión de mi club. Esta fue la primera persona que apadriné sin tener que retorcerle el brazo.
La periodista de la que hablo no es otra que Carole Kimutai, quien se convirtió en una de las expresidentas más célebres del Club Rotario de Nairobi-East.
Aprendí algo de esa experiencia. A nadie le importan realmente las estadísticas y los datos. Lo que importan son las experiencias. La gente percibe nuestra pasión y nuestros sentimientos y esto sirve para establecer una conexión emocional que es mucho más poderosa que el pensamiento racional.
NARRAR HISTORIAS
Aprendí a contar historias sobre mis experiencias en Rotary. Conté a los socios potenciales historias sobre los socios y los interesantes proyectos en los que participaban. Les hablé sobre las personas con las que trabajamos en varios proyectos y que parecían haber alcanzado una comprensión más profunda de la vida gracias a su servicio a la humanidad. Les hablé, también, sobre las interacciones sociales, las nuevas relaciones, las viejas amistades y de su impacto en mi vida.
También describí ese cosquilleo que siento en el alma cada vez que veo rostros felices de niños necesitados que reciben libros o juguetes nuevos, y la alegría de las madres que llevan a sus hijos a los campamentos médicos para que les hagan chequeos médicos gratuitos.
Los resultados hablan por sí solos. En mis primeros tres años de arrojar estadísticas, no atraje a ningún nuevo socio. En los siguientes 16 años, he apadrinado a más de 30 y, junto a Jim Wilson y George Mathenge, organicé un nuevo club con más de 35 socios que ahora, asu vez también ha organizado otro club con un número similar de socios fundadores.
Las historias humanas que contamos son las que desencadenan emociones y crean las conexiones especiales de las que disfrutamos en Rotary. Ya sea a través de la interacción cara a cara, en las redes sociales, o incluso mediante un discurso ante una gran audiencia, podemos hacer que nuestros clubes resulten más atractivos definiendo y articulando lo que es verdaderamente importante para nosotros.
Fuente: Las Voces de Rotary
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