Refugiada norcoreana cuenta la forma en que Rotary la ayudó a sanar, prosperar y retribuir en Corea del Sur.
La mayoría de los socios del Club Rotario de Ulsan Jayu (que significa libertad en coreano) son refugiados emigrantes de Corea del Norte. Muchos arriesgaron sus vidas al emigrar en busca de mayores oportunidades y siguen luchando por adaptarse a la sociedad surcoreana. A través de la labor de servicio humanitario de los clubes rotarios de Corea del Sur, los inmigrantes están sanando y aumentando su sentido de pertenencia y orgullo como ciudadanos productivos de la sociedad. La presidenta del club, Ju-Eun Seok, comparte su trayectoria y el papel que Rotary desempeña en su vida.
Soomin Kim: ¿Qué dificultades superaste antes de venir a Corea?
Ju-Eun Seok: Dejé Corea del Norte en 1997 y crucé el río Yalu con mis amigos de la escuela secundaria. Me casé con un agricultor local en la provincia de Liaoning, China y viví allí durante 6 años. En 2003, finalmente pude llegar a la República de Corea. La vida en China siempre había sido angustiosa y dura debido al temor de que me descubrieran y me obligaran a regresar a Corea del Norte. Mi esposo y yo tuvimos que huir con frecuencia durante la noche para evitar la represión de los funcionarios chinos.
SM: ¿Qué tan difícil fue el proceso de adaptación a tu nuevo país de residencia?
JS: Pensé que la gente de Corea del Sur sería similar a la gente de Corea del Norte, ya que compartimos el mismo idioma, historia, cultura, costumbres y más. Pero me equivoqué. Me encontré en una sociedad diferente dirigida por un sistema que nunca había experimentado, estaba confundida y frustrada. El idioma era especialmente difícil, ya que no podía entender lo que la gente decía; usaban términos del capitalismo desconocidos como “mercado de valores” o “inversión” y las palabras en inglés se habían integrado en la conversación cotidiana. Además de la barrera de la comunicación, no tenía ninguna conexión con este nuevo país, excepto mis amigos refugiados, que como yo, no tenían ningún conocimiento del país. Tuve que aprender y resolver todos los problemas que enfrentaba por mi cuenta.
SM: ¿Cómo te involucraste con Rotary?
JS: Durante los últimos 15 años, recibí el apoyo de gente que conocí en el camino. Sin su ayuda y aliento, yo no estaría aquí hoy. Hace varios años, con el fin de retribuir a la comunidad, empecé a trabajar como voluntaria junto con mis amigos refugiados en una instalación local para niños.
En 2016, el entonces gobernador del Distrito 3721, Hae-sang Choi, quien es miembro del Consejo Consultivo de Unificación Nacional y ha trabajado para apoyar a los refugiados norcoreanos, sugirió fundar un nuevo club rotario con mis amigos refugiados. Dijo:
“Ustedes no tienen ninguna conexión con esta sociedad, pero Rotary puede ser su punto de partida para establecer relaciones con la comunidad. Puedes sentir que perteneces y aprender que el ayudar a los demás te llena de alegría”.
Él se encargó de que el Club Rotario de Ulsan Dadeok nos asesorara en el proceso de formación del club. Gracias al exgobernador Choi y a nuestros amigos rotarios del Club Rotario de Ulsan Dadeok, nuestro club fue fundado en julio de 2016 y mi vida en Rotary comenzó.
SM: ¿Cómo ha influido Rotary en tu vida y en la vida de los demás socios del club?
JS: La primera razón por la que nuestros miembros comenzaron las actividades de servicio en el centro infantil fue porque muchos de ellos tuvieron que separarse con sus familias en el proceso de escapar de Corea del Norte. Todos los últimos sábados de cada mes, visitamos las instalaciones para pasar tiempo con los niños y los bebés y ayudar a con la limpieza del local. Estos momentos son también un tiempo de sanación para nuestras propias almas. Asimismo, ayudamos en el proceso de adaptación de los refugiados norcoreanos que se trasladan a esta región y los vinculamos a diversos servicios, tales como empleo, atención médica, servicios jurídicos y educación, utilizando las conexiones de Rotary.
SM: ¿Cuál es tu plan para el club?
JS: Recientemente, dos nuevos socios que no son refugiados se unieron a nuestro club. Creo que es una señal positiva de que estamos haciendo grandes progresos. Quiero que nuestro club sea dinámico como cualquier otro club, con socios y proyectos diversos. Sin embargo, nuestra primera prioridad es ayudar a los nuevos refugiados que se trasladan a nuestra zona a adaptarse y demostrar a los surcoreanos, así como al mundo en general, que los norcoreanos también somos personas que aman la paz y el servicio a los demás. Nosotros, como rotarios, queremos eliminar los prejuicios y los conceptos erróneos sobre el pueblo norcoreano y contribuir a aliviar la tensión entre las dos Coreas.
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