Por Gabriel de Jesus Abade, exestudiante del programa de Intercambio de Jóvenes de Rotary

Cuando tenía 16 años, como la mayoría de los adolescentes, estaba centrado en mi propia vida. Realmente no había pensado en unirme a un club de servicio o dedicarme a ayudar a otros. Pero eso cambió cuando un amigo de la escuela secundaria comenzó a hablarme sobre Rotary y sus acciones locales y globales. Su testimonio me cautivó y quise aprender más. Así que di mis primeros pasos en Rotary como miembro del Club Interact de Lauro de Freitas. A través de este club, pude contribuir de maneras pequeñas a mejorar mi comunidad.

Gabriel de Jesus Abade, derecha, reconecta con su consejero del programa de intercambio, Richard Bates, durante la Convención de Rotary  International  2015 en São Paulo.

También fue ahí donde entré en contacto por primera vez con el programa de Intercambio de Jóvenes de Rotary a través de los estudiantes de intercambio que vivían en mi distrito. Algo despertó dentro de mí y sentí la necesidad de irme y experimentar algo nuevo. Participé en un intercambio de jóvenes en Freeport, Bahamas,  y esto cambió mi vida de muchas maneras que no puedo explicar. Todavía está dando forma a muchas de mis decisiones actuales. Mucho de lo que hago hoy está relacionado con el cambio que tuve hace nueve años. El intercambio me abrió los ojos a un mundo más grande que mi propio vecindario, ciudad, estado y país. Y desde entonces, no ha habido vuelta atrás.

Regresé a Brasil con un sentido del deber. Rotary impactó mi vida positivamente y sentí que necesitaba “retribuir” de alguna manera. Mi madre se sintió de la misma manera. Ella incluso se convirtió en rotaria. Del años 2015 al 2015 me convertí en miembro de Rotex en mi distrito, el cual es un grupo para exestudiantes de intercambio juvenil que ayudan a los nuevos estudiantes entrantes y salientes durante su intercambio. Recibimos a cinco estudiantes de intercambio y a innumerables otros para estancias más cortas. Durante el carnaval, que es un gran evento en mi ciudad natal de Salvador, los estudiantes de intercambio que se alojaban en otras ciudades de Brasil venían a nuestra ciudad para vivir el carnaval con los supervisores de Rotary.

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